Chávez:
Huella imborrable en América Latina[1]
Lcdo.
Yherdyn Peña Delgado[2]
Desde
su aparición pública, la figura del comandante Hugo Chávez Frías ha estado
caracterizada por una marcada controversia que polariza a sus detractores y a
sus seguidores. Pero tal situación no pudiera ser distinta, cuando se trate de
un hombre que ha abanderado el ideal de acentuados cambios que trastocaron la
dinámica geopolítica de todo un continente y más allá. Hugo Chávez, se
convierte en este sentido, en figura estelar del acontecer político mundial, un
referente obligado al que se recurre continuamente.
Se
debe destacar, que en medio de esa polarización, Chávez logra aglutinar a su
alrededor las más elevadas y excelsas pasiones, a la vez que, los más
despreciables e irracionales sentimientos hacia él y lo que supo representar. De
un lado, se encuentra un pueblo cargado de esperanzas que se vio identificado,
interpretado en ese verbo encendido; y más aún en las acciones que emprendió. La
otra cara de la moneda, la representa un grupo hegemónico que ostenta el poder
económico y que el pueblo le arrebató el poder político materializando el
ideario que representa el comandante Chávez.
En
el devenir político venezolano de estos 22 últimos años, la figura de Chávez
inunda todo el escenario. Los títeres de siempre y sus marioneteros, no sabrán
perdonar que este arañero de Barinas, pretendiera romper con los hilos
invisibles de quienes por casi doscientos años ejercieron el control político
en torno a mezquinos intereses económicos foráneos.
Y
es precisamente, en la incomprensión de esos grupos oligárquicos del fenómeno
político – social que sintetizó Chávez en su acción de gobierno, lo que ha
conducido a estrategias y tácticas profundamente erradas y que han conllevado
al descalabro ético y moral de esos grupos de extrema derecha que se han
lanzado al vacío por los aventureros deseos de recuperar el poder.
De
la misma manera, en el seno del pueblo se ha engendrado una estructura
organizativa que conduce a resguardar los logros que se han conquistado a lo
largo de estos años a fuerza de luchas y resistencias ante las persistentes
arremetidas por parte de las más poderosas mafias internacionales. A pesar, que
tal organización y capacidad de respuesta simbolizará la máxima garantía del
proceso revolucionario, las amenazas siguen latentes y a cada momento, surgen
nuevas o evolucionan las ya gestadas.
Parte
del fracaso de la vieja clase dirigente del país, ha sido (como se mencionó
anteriormente) la incomprensión de la realidad social y la incapacidad
subyacente para solventar las crisis que medularmente condenaban a la república
al atraso económico y la dependencia política. Pero, a pesar de ello, los
laboratorios informativos se encargaron de hilar una compleja telaraña de
engaños, que tenía por objeto vender la imagen de un país de progreso,
igualdad, y sobre todo, democrático. Por ello, es oportuno preguntarse: ¿Qué país vio nacer al comandante Chávez?
Darle
respuesta a esta interrogante, nos conducirá de manera inmediata, a la forma
como la figura de Hugo Chávez se hermana no sólo con Venezuela y los
venezolanos, sino, con toda América Latina y los hombres y mujeres de estas
latitudes. Describir a la Venezuela del siglo XX por supuesto, con salvadas
excepciones, en buena medida es dar cuenta de esa abigarrada realidad
latinoamericana tantas veces disfrazada, distorsionada o simplemente ignorada.
Si
bien, el siglo XIX venezolano (y en gran medida de toda Latinoamérica)
perteneció a los caudillos, representantes de los grupos oligárquicos, el siglo
XX es dominado por esos mismos grupos, pero a través del establecimiento de un redivivo modelo político, caracterizado
por la hegemonía de partidos políticos, que en el caso particular venezolano
llegaron a un acuerdo de gobernabilidad por medio del pacto de Puntofijo.
Este
pseudo contrato social, generó la complicidad entre el nuevo aparato político
de la clase dominante (es decir, los partidos), el aparato económico, los
medios de comunicación y por supuesto, las fuerzas armadas como aparato
represivo contra cualquier iniciativa social, que pretendiera buscar cada día
mejores reivindicaciones que le garanticen un mejor nivel de vida.
Para
los años 80¨s, Venezuela se exhibía como una excelente vitrina que exponía de
la misma manera, cómo se ejercía la democracia plena. El capital privado
derrochaba esfuerzos publicitarios, para evidenciar una sociedad pujante, de
usufructo de una riqueza ostentosa, del derroche y la banalidad, entretanto,
los capitales foráneos de las grandes empresas multinacionales llevaban a
efecto jugosos negocios, todos, bajo el amparo del Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de
Comercio (OMC).
La
proyección de esta realidad, hacía ver el sistema democrático más longevo de
Toda América Latina, pero pocos (o casi nadie) señalaba que tal democracia se
expresaba en la asistencia del pueblo a las urnas para seleccionar a un
Presidente que a su vez, ya había sido previamente seleccionado por las grandes
cúpulas empresariales; y que la llamada alternabilidad en el poder, se refería
al traspaso vergonzoso del poder entre dos partidos que se habían repartido
desde el 58 las cuotas del poder. Es así, se puede señalar, que desde 1958
hasta 1999, se vivió una simple dictadura bipartidista.
Toda
la maquinaría mediática, daba cuenta de los excelsos logros de ese sistema
democrático. Pero silenciaban el hecho que durante los primeros diez años de la
democracia puntofijista hubo más muertos, más presos políticos y más
desaparecidos que durante la dictadura perejimenista. Tampoco señalaban que el
70% de la población se encontraba en la pobreza; y que, casi el 30% se sumía en
la pobreza extrema.
Era
un secreto a voces, de que el pobre tenía vetada la posibilidad de adquirir una
casa, que las universidades nacionales distribuían los cupos partiendo desde un
riguroso análisis socioeconómico, donde, por supuesto, era marcadamente
discriminado el pobre, el más necesitado. Sin embargo, el discurso
prevaleciente, era el de igualdad de oportunidades, y que, la desigualdad de
condiciones se debía por supuesto, a la incapacidad del pobre en pensar en
futuro, es decir, de progresar.
De
igual forma, esos mismos medios de comunicación, nada decían de las condiciones
de explotación de los trabajadores del campo, quienes debían cumplir
extenuantes jornadas de trabajo para recibir una miseria como jornal,
recordemos, que el trabajo de campo recibía un salario mínimo, casi 50% más
bajo que el de la ciudad. Hacían mutis sobre la realidad de la tenencia de la
tierra del país; donde un reducido grupo ostentaba grandes latifundios,
mientras que las masas empobrecidas sucumbían en relaciones de semiesclavitud rural.
Por
otro lado, la caída del muro de Berlín, el desmoronamiento de la Unión
Soviética y el aparente éxito de la propuesta neoliberal en la Argentina de los
dictadores Videla y Viola, y sus herederos: Alfonsín y Menen. De la misma
manera, el Chile de Pinochet daba cuenta
de este sistema económico como el modelo a seguir ante el fracaso del llamado
socialismo real. El cono sur, le había ofrecido a los EE.UU. un espacio libre
contra el virus del comunismo y un mercado seguro para sus mercancías y sus empresas.
Era la hora de Venezuela, que como se dijo gozaba de una democracia permitida,
que le garantizaba al sistema capitalista las mismas condiciones pero con la
máscara de la democracia.
Mientras
este panorama se entretejía en la dinámica sociopolítica venezolana,
generándose las profundas contradicciones desprendidas de la dialéctica
imperante en una sociedad sometida al carnaval perpetuo; un joven egresado de
la Academia Militar, recorre el país, bebe de la fuente mágica y sabia del
pueblo, puede apreciar la radiografía de un país, que distaba mucho de la
imagen cargada de luces y lentejuelas.
El
militar Hugo Chávez, el carajito que había salido de Sabanetas de Barinas,
aquel soñador que ilusionaba equipararse al “Látigo Chávez”, ese que vivió los
estertores de la lucha guerrillera emprendida por hombres y mujeres desde la
década del 60, lector consumado, atestiguó el padecimiento del pueblo
venezolano, no buscó desojar la margarita, entre seguir obedeciendo a una
estructura corrompida, opresora, antinacional, o defender al pueblo. En eso fue
vertical, se cuadró de inmediato con la causa justa del pueblo.
Es
por esta razón, que cuando en febrero de 1989, se pretende establecer la agenda
neoliberal para satisfacer el apetito voraz del capitalismo extranjero, y que
fue disfrazada (o pretendió ser disfrazada con el hermoso nombre de Venezuela)
y el pueblo salió a enfrentarla, a rechazarla plenamente, cayendo víctima de
sus hermanos de armas, sabía que la suerte estaba echada. Su suerte personal,
pero también la de ese sistema bipartidista, inmoral y putrefacto.
La
revuelta popular que en procura de disminuir su verdadera connotación fue
llamada el Caracazo, fue derrotada, pero desnudó al sistema y nadie puede negar
que fuera el primer campanazo para América Latina, anunciando los cambios por
venir. Los estados fueron disminuidos a su mínima expresión, la privatización
fue el signo que caracterizó la nueva dinámica social.
Los
carroñeros se abalanzaron no sólo sobre los cadáveres de las víctimas de la
opresión, si no, sobre los propios restos de las repúblicas que una vez soñaron
los libertadores. Y a los pobres se les profundizó la exclusión, la negación de
los derechos, las libertades, recuerdo en este momento aquella canción del
pueblo, “el derecho al derechito” donde
señalaba que al pueblo el único derecho que le dejaron fue el derecho a morir
de hambre.
Y
se produce ese segundo y tan definitivo campanazo: el 4 de febrero de 1992. El
Teniente Coronel Hugo Chávez se levanta en armas. Termina por desnudar a ese
sistema, deja ver por completo sus costuras, y le dice al pueblo venezolano, le
indica al pueblo de América Latina que existen hombres, hombres y mujeres que
están dispuestos a jugarse la vida por liberarlos, por construir una nueva
república, por sustentarla en nuevos ideales, creyeron que una vez más, la
revolución y el pueblo habían sido vencidos. ¿Pero cómo se puede vencer a un
sueño que ahora era de millones?
Chávez
y sus hombres fueron apresados, encarcelados, pero aquel por ahora, recorría
los confines de la patria, no sólo venezolana, sino Gran Americana. Su acción y
su persona fueron satanizadas, pensaron los saqueadores que Chávez en pocos
días sería olvidado. Pero emergieron los chavecitos de ese primer carnaval del
92, y retumbaron las cacerolas, esas que por tantos años habían estado vacías.
Y desde allí, Venezuela y Chávez siguieron dando ejemplo a las naciones de
América Latina.
Por
la presión de un pueblo, hermanado en un ideal, un presidente fue encarcelado,
encarcelamiento que pretendió lavarle la cara al sistema político. Por ese
mismo pueblo, la partidocracia puntofijista se había venido abajo. Ese mismo
pueblo, obligó al estado opresor, a liberar a su comandante, y lo llevó a pesar
de todos los ataques, de todas las mentiras, de todos los chantajes, hasta la
primera magistratura del país.
El
siglo XX terminaba, el tercer milenio fenecía. Pero América Latina con
Venezuela a la vanguardia, estaba renaciendo. Enrumbaba su proyecto a un
destino original, propio, sin tutelas extranjeras. Con Chávez, emerge en
Suramérica un militar comprometido con el pueblo, hermanado con quienes son sus
hermanos, y que fuerza armada y pueblo, juntos pueden construir la revolución.
De
esta manera, Cuba dejaba de ser la solitaria antiimperialista. Emergía un
pueblo y un líder. Nace una revolución. Envían un mensaje claro a sus hermanos
de América Latina: “Ya en Venezuela no nos mandan desde el Pentágono, la Casa
Blanca o la embajada de Estados Unidos: ¡somos libres y más nunca seremos
esclavos, cuéstenos los que nos cueste![3]” Se destaca así, los
principios no sólo revolucionarios, si no, de plena soberanía. Aunque en ello,
se debiera enfrentar todas las amenazas necesarias.
Otro
factor de extrema importancia, que este personaje le supo enseñar a Venezuela,
a América y al mundo todo, es que existía la posibilidad cierta, de construir
una verdadera revolución convencidos en la paz. Ya en su primer programa aló
presidente, señalaba, que “Hay que ser justos con los hombres, con las mujeres
de la historia, así, que a cien años de la Revolución Restauradora, hoy estamos
en pleno proceso de otra revolución, pero esta es pacífica[4].” Pero con Galileo, diremos:
pero se mueve. Es una revolución pacífica, aunque tenemos las armas morales y
materiales para defenderla.
De
la misma manera, de la cita anterior, se desprenden otro aporte significativo
de ese rol protagónico que le correspondió asumir al Comandante Chávez a lo
largo de ese periplo incansable; tal aporte, es la puesta en escena social,
política, económica de aquellos, que por siempre habían sido invisibilizados,
ignorados, silenciados. Las mujeres, los indígenas, los campesinos, los
obreros, los afrodescendientes.
En
gran medida, el viraje hacia la izquierda que vive hoy América Latina se lo
debemos a Hugo Chávez Frías; ahí está Cristina Fernández, Dilma Rousef, la
propia Michel Bachelet; pero de la misma manera, allanó el camino para Ignacio
Lula Da Silva, el “indio” Evo Morales, un exobispo como Fernando Lugo, Tavare
Vásquez, y el ex guerrillero “Pepe” Mujica, Daniel Ortega, y por supuesto,
Rafael Correa en Ecuador. Para ello, él insistió hasta el cansancio, en
estudiar nuestras raíces, nuestra historia, se convirtió no sólo en un gran
comunicador sino también en un tremendo maestro de la historia, de la historia
liberadora. A este respecto señala: “Soy un convencido de que en la historia
están las claves del presente y las fórmulas para construir un futuro mejor”.[5]
Remata
además, señalando, “Me siento mucho más indoamericano que iberoamericano. Yo me
siento mucho más afroamericano que latinoamericano. Fíjate todas las
confusiones acerca de nuestra identidad; y yo creo que la más poderosa línea
definitoria de nuestra identidad es lo suramericano[6].” Pero, a partir de esa
construcción de identidad, emprendió esfuerzos hacia la construcción de una
nueva arquitectura geopolítica, geopolítica que se corresponda precisamente con
las verdaderas necesidades de los pueblos y no de las cúpulas económicas,
comerciales y políticas.
El
mensaje más importante, no radica simplemente en el antiimperialismo el nacionalismo
a toda prueba. El imperio, ese “tigre de papel” tal como lo llamó, será vencido
solamente si nos volvemos tigres de acero. A este respecto, también expresó
algunas ideas, entre las que podemos destacar las siguientes: “Es un esfuerzo
de planificación para integrar físicamente a Suramérica, continuar
integrándola, telecomunicaciones, infraestructura, medios de comunicación,
energía, la integración energética de Suramérica[7].” O cuando expone por ejemplo que, “Los americanos, todos: del
Norte al Sur, pasando por el Centro y por el Caribe, debemos reencontrarnos con
el sueño originario del Nuevo Mundo que llenó de esperanzas a la humanidad[8].”
De
este constructo teórico, ideológico podemos señalar, surgen las más
enriquecedoras iniciativas integracionistas en América, la ALBA, PETROCARIBE,
UNASUR, CELAC, el fortalecimiento y relanzamiento del MERCOSUR, el Satélite
Simón Bolívar, TeleSur, y tantas otras iniciativas que no llevan simplemente la
carga economicista y mucho menos de la explotación y aprovechamiento de los
unos sobre los otros, las misma, se engendran desde el sentido de la
reciprocidad y de la satisfacción de las necesidades de los pueblos.
Chávez,
nos hizo conscientes a los pueblos de América, a los pueblos del Sur, a
aquellos llamados países no alineados, que, “Sólo en la medida en que nosotros
nos integremos, los subdesarrollados, los que hemos sido colonizados,
dominados, sólo en la medida en que nos integremos de verdad podremos comenzar
a elevar de manera eficiente, notable y estructural nuestros niveles de
seguridad, sino no hay camino hermano, sino es el infierno lo que nos espera.[9]”
Su
acción de gobierno, siempre se caracterizó por ese empeño que puso por la
integración, de América y del Sur, de ese Sur geográfico y de ese Sur político,
del Sur económico. De allí, los acuerdos con Irak, Irán, Libia, Siria, Vietnam,
China, Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Zimbawe, Portugal, y siempre con
nuestros hermanos de América.
Es
así, que de esta manera se estrecharon relaciones entre Venezuela y países del
mundo que nunca habíamos tenido relaciones ni políticas ni comerciales. Se
establecieron de igual forma nuevas maneras de relacionamiento, se prevaleció
no sólo la complementariedad, sino que además, la transferencia tecnológica para
lograr la profundización de la soberanía. De allí emerge también otra lección
dada por Chávez a todos los países del hemisferio: la multipolaridad. Desmontó
con la acción revolucionaria esa pretensiosa visión de unipolaridad impuesta
por los norteamericanos. Puso en la mira de toda América a las potencias
emergentes: La India, Brasil, China…
Parte
de esa acción revolucionaria, se caracterizó por desnudar a quienes han
pretendido apropiarse del planeta, que ya no sólo son las potencias
hegemónicas, si no de las grandes empresas trasnacionales que en el ámbito de
los alimentos, la energía, la tecnología, farmacéuticos han establecidos
grandes oligopolios que manejan más recursos que los países del mundo.
Y
en esa dinámica, desmontó también las ambiciones imperiales por satisfacer las
demandas energéticas de Estados Unidos, a costa de los sacrificios de los
pueblos para garantizar precios bajos en la exportación del petróleo. Y por
ello, realizó todos los esfuerzos necesarios para relanzar a la OPEP y que
nuestros pueblos, pudieran contar con los precios justos para cubrir sus
necesidades, y no las del imperio.
Puesto
que la intención no es cansarlos, y verdaderamente, hablar de Chávez, es un
tema apasionante, pero de igual manera, con muchas vertientes y variantes, y
pudiéramos pasar varios días dialogando, intercambiando ideas sobre su impacto,
su relevancia en América y no agotaríamos este tema, pero no quisiera terminar
estas líneas sin expresar, que de todas las lecciones aprendidas y por aprender
que nos dejó Hugo Chávez, se encuentra esa maravillosa comunicación con el
pueblo, pueblo que por primera vez se sintió protagonista de la mano de Chávez,
su comandante, su amigo, su maestro. Y como dijo tantas veces, amor con amor se
paga, y ese lo vio retribuido en los aciagos días del mes de abril de 2002,
cuando el pueblo se echó el miedo a la espalda y rescató a su presidente
secuestrado. Y le enseñaron al pueblo todo de Latinoamérica que no hay imperio
que valga, que no existe creación de realidades virtuales que puedan engañar
por siempre al pueblo.
Y
a ese pueblo, hermoso pueblo bolivariano, hoy no me queda de otra, que hacerles
el llamado que no podemos dejar perder los grandes logros de la revolución
bolivariana, si bien, se dice que las revoluciones exitosas hacen olvidar las
causas que la originaron, no podemos obviar que una derecha fascista atenta
constantemente contra esta acción revolucionaria, contra toda iniciativa
nacionalista, son buitres que esperan alimentarse del cadáver de la revolución.
Una
vez más, para despedirme, cito las palabras del comandante Chávez: “Mi vida es
de ustedes, no me pertenece, es del pueblo venezolano; así estaremos abrazados
hasta el fin de nuestros días, hasta el fin de nuestros tiempos[10].” Y así como nuestro
comandante entregó su vida, bien sabemos que así debemos estar dedicados por
garantizar esta adolescente revolución bolivariana que recorre a toda América
Latina.
Estamos
recordando este primer año sin la presencia física de este magno hombre, pero
aunque el dolor pueda embargarnos, nuestro Comandante Eterno siempre nos habló
de alegría y esperanza, y hoy más que nunca, con la presencia espiritual de
Chávez debemos demostrar que somos mayoría y que somos alegría; y con su
recuerdo digamos: “Que suenen las guitarras, que suenen las arpas, las maracas,
las gargantas, la alegría de Venezuela, porque el mundo poco a poco se va dando
cuenta de la verdad[11].” De que Venezuela cada
día es más independiente, es más soberana, más democrática y más justa.
Muchas Gracias.
[1] Presentado
el 06 de febrero de 2014
[2] Profesor
de Historia. Coordinador de La Casa de Los Tratados.
[3]
Rueda de prensa con la prensa
italiana y agencias internacionales. Hotel Parco dei Principi, Roma, Italia; 11
de mayo de 2006.
[4] Programa Nro 1 – Aló Presidente
desde la sede de Radio Nacional de Venezuela, 23 de mayo de 1999.
[5] Chávez en Estados Unidos, 15 al 17
de septiembre de 2005.
[6] Clausura de la VI Cumbre
Presidencial del ALBA, Escuela Latinoamericana de Medicina, 26 enero de 2008.
[7] Aló Presidente Nro.155. Capilla del
municipio Libertador, 6 de julio de 2003.
[8] Estados Unidos. Del 15 al 17 de
septiembre de 2006.
[9] Aló Presidente Nro. 153. Manaos,
Edo. De Amazonas. Brasil. 15 de junio de 2003.
[10] Aló
presidente N° 250. Valles del Tuy, 26 de marzo de 2006.
[11] Caravana y encuentro con el pueblo
apureño. San Fernando de Apure. 15 de septiembre de 2012.
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