09 de octubre de 1557 – 09 de octubre de 2013:Trujillo ayer y hoy
Lcdo.
Yherdyn Peña[1]
Trujillanos:
particulares y diversos
De
manera serena, pero con paso firme, los trujillanos de este tiempo enrumbamos
nuestro devenir como pueblo histórico, convencidos de la posibilidad cierta de
concebir a nuestro amado terruño en una potencia en los ámbitos energético,
turístico, agropecuario, industrial y por sobre todas las cosas; con un recurso
humano que exalte la grandeza de ser trujillano.
Han
pasado ya, 456 años de la fundación española de nuestra ciudad por parte del
conquistador Diego García de Paredes, y aún, estamos intentando disipar la
bruma espesa que nubla el quid de nuestro origen como pueblo. Si bien, Trujillo
contaba con alrededor de 5000 años de presencia humana, es a partir de esta
fundación cuando se configura el constructo discursivo, político
superestructural sobre el cual está cimentada no sólo nuestra ciudadanía, si no
la república toda.
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Diego García de Paredes Fundador español de la Ciudad de Trujillo |
Es
de reconocer, que a la llegada del conquistador español, la nación Cuica
ocupaba y se desarrollaba en el territorio que hoy llamamos Trujillo;
constituían el grupo étnico del norte de Suramérica (lo que pasaría a llamarse
Venezuela) más avanzado. Poseían dominio de la agricultura y de técnicas para
el almacenaje y la conservación de los rubros agr{icolas que cosechaban, de
igual forma, ostentaban gran destreza en el arte de la alfarería, en ellos,
despuntaba de igual forma, algunas nociones de astronomía… pero todo ello, no
fue suficiente para hacer frente a la avasallante maquinaría bélica y cultural
que presentaban los ibéricos a mediados del siglo XVI. Período de amplia
expansión del imperio español.
Es
así, que a partir de ese 09 de octubre, los dioses y la lengua de los
aborígenes Cuicas, sus costumbres y tradiciones, su sabiduría y sus rituales,
quedaron proscritos en su propia tierra. Trujillo proviene de ese pasado
cargado de las profundas contradicciones que marcarán de manera acentuada la
construcción del pueblo trujillano.
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Cerámica Cuica |
De lado quedaron los piaches, los tabisqueyes, la pálida luna, el radiante sol, la madre Icaque, y a sangre y fuego, emergieron los cabildos, la fe católica, los mayorazgos, la esclavitud, la iglesia, la encomienda… y se produce de esta manera, la primera gran ruptura en la dinámica sociocultural en este lado del llamado mare ignotum. Europa, refunda y nomina, se apropia y construye todo un imaginario que además impone a la cultura sometida. Se producen focos de resistencia, es cierto, pero no son suficientes, de a poco, el indígena se asimila, se fusiona, se produce una mixtura cultural; sincretismo desde el cual hoy nos reconocemos como particulares y diversos. Característica esencial de nuestra riqueza como pueblo. Hoy podemos decir que somos trujillanos porque representamos lo mejor de esa hibridez cultural desde la cual nos modelamos.
Trujillo:
de portátil a pujante
El
09 de octubre de 1557, la parcialidad de los escuqueyes serán testigos del
primer asentamiento de la ciudad española en este territorio, la fundación de
estas ciudades correspondían a un ritual preestablecido y homogenizado, de
igual forma, el asentamiento propio de la ciudad, respondía a parámetros ya
estipulados. Se leían los requerimientos, se instalaba la Plaza Mayor, se
repartía los solares entre los conquistadores, se reservaba espacios para la
iglesia, la casa de gobierno y otras instituciones y se trazaba una cuadrícula
sobre la cual se distribuían dichos solares.
Pero
este primer asentamiento duró poco, la resistencia de los indígenas obligarán
al español a huir a otras tierras. Pero no sólo será la férrea resistencia de
estos bravíos guerreros, también serán plagas, sismos, fieras, pestes, lo que
hará deambular a estos hombres de un rincón a otro. Es a partir de allí, cuando
se recorrerá un periplo por gran parte de la geografía trujillana, fundando y
refundando a la ciudad, las riberas del Motatán, Boconó, Pampán, de nuevo
Escuque… se producen unas siete fundaciones. Hasta que encuentra su asiento
definitivo en el valle de los Mucas. Las orillas de La Qubrada de Los Cedros y
el Río Castán cobijarán a estos nuevos pobladores.
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Don Sancho Briceño |
En
ese estrecho valle, encuentran el lugar apropiado para asentarse, un clima
benévolo y sano, abundante agua, mano de obra indígena, que de a poco se sumó a
este proceso y una geografía que contribuía a la defensa contra posibles nuevos
invasores, constituyeron las razones para el asentamiento definitivo de la
ciudad bajo la advocación mariana de Nuestra Señora de La Paz, a la cual se le
ha rendido culto a lo largo de los años.
La
ciudad y sus pobladores florecieron de manera acelerada. Su buena estrella
brilló de manera deslumbrante en el firmamento. La ciudad descolló entre las
principales ciudades de Venezuela, le disputaba la primacía a la propia ciudad de
Caracas. El trabajo tesonero de hombres y mujeres hicieron emerger el progreso
en todos los ámbitos económicos, culturales y sociales.
Ejemplo
de este esplendor de la época, lo reflejaban de manera clara los conventos que
se erigían en el seno de la ciudad. Los productos agrícolas producidos en estas
tierras, tenían gran acogida en los mercados externos, la ciudad, además se
auto sustentaba en el ámbito de la alimentación y de otras necesidades.
Una
sombra se cierne sobre Trujillo
El período
colonial en tierras trujillanas duró (como la mayoría lo sabemos) hasta el año
de 1810, pero es de resaltar que no todo fue de esplendor y opulencia, de
riqueza a manos llenas, si bien se había logrado forjar un Trujillo pujante
desde el esfuerzo de sus habitantes, esa misma pujanza provocó que fuera
atraída una sombra oscura a nuestras tierras.
El
corsario francés Grammont de La Motte, enterado de la riqueza de la ciudad de
Trujillo, y después de saquear a la ciudad de Maracaibo, abalanza su acción
depredadora sobre la ciudad. Allí saquea, incendia y destruye lo que había
dejado en pie la serie de terremotos que previamente habían azotado a Trujillo.
Muchos huyen, otros le hacen frente a los saqueadores y mueren en el intento.
Mérida y Barinas reciben buena parte de la población de esta ciudad. El
trujillano de nuevo es un errante.
Pero
quienes quedan, se levantan de las cenizas y se empeñan de nuevo en prosperar.
No se rinden. Ya estos hombres y mujeres no son españoles, ya no se miran a sí
mismos como conquistadores, ya son hombres de nuevo cuño, son trujillanos. Ya
llevan impregnada en su sangre la bravura del que sabe resistir. De esta
estirpe, siglo y medio después (aproximadamente) emergerá el héroe republicano.
Ese que otorgó hasta su propia vida por la causa de la independencia.
También
un 09 de octubre, pero ahora de 1810 el trujillano se sumará de manera decidida
a la causa de la libertad. Y de nuevo, Trujillo, pagará un alto precio por
enfilarse en la aventura libertaria, pero seguirá adelante, y generación tras
generación el trujillano se ha propuesto a luchar y a progresar, y aunque
algunos sigan errantes, el espíritu de la mayoría es a dar todo por esta
hermosa tierra.
Hoy
se avizoran nuevas sombras, nuevos saqueadores de nuestra memoria y nuestra cultura
se abalanzaron sobre nuestro sentir de pueblo, nuevas amenazas se ciernen, pero
los convencidos de que podemos hacer de Trujillo una potencia, continuamos
luchando, proseguimos en la persistencia de esos hombres y mujeres que llegaron
hace cinco mil años a nuestras tierras, de esos, que se atrevieron a fundar y a
crear, de aquellos, que dieron su vida por la libertad, somos un continuo que
jamás desaparecerá.
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