miércoles, 23 de octubre de 2013

09 de octubre de 1557 – 09 de octubre de 2013:Trujillo ayer y hoy


Lcdo. Yherdyn Peña[1]
Trujillanos: particulares y diversos
            De manera serena, pero con paso firme, los trujillanos de este tiempo enrumbamos nuestro devenir como pueblo histórico, convencidos de la posibilidad cierta de concebir a nuestro amado terruño en una potencia en los ámbitos energético, turístico, agropecuario, industrial y por sobre todas las cosas; con un recurso humano que exalte la grandeza de ser trujillano.
            Han pasado ya, 456 años de la fundación española de nuestra ciudad por parte del conquistador Diego García de Paredes, y aún, estamos intentando disipar la bruma espesa que nubla el quid de nuestro origen como pueblo. Si bien, Trujillo contaba con alrededor de 5000 años de presencia humana, es a partir de esta fundación cuando se configura el constructo discursivo, político superestructural sobre el cual está cimentada no sólo nuestra ciudadanía, si no la república toda.
Diego García de Paredes Fundador
español de la Ciudad de Trujillo

            Es de reconocer, que a la llegada del conquistador español, la nación Cuica ocupaba y se desarrollaba en el territorio que hoy llamamos Trujillo; constituían el grupo étnico del norte de Suramérica (lo que pasaría a llamarse Venezuela) más avanzado. Poseían dominio de la agricultura y de técnicas para el almacenaje y la conservación de los rubros agr{icolas que cosechaban, de igual forma, ostentaban gran destreza en el arte de la alfarería, en ellos, despuntaba de igual forma, algunas nociones de astronomía… pero todo ello, no fue suficiente para hacer frente a la avasallante maquinaría bélica y cultural que presentaban los ibéricos a mediados del siglo XVI. Período de amplia expansión del imperio español.
            Es así, que a partir de ese 09 de octubre, los dioses y la lengua de los aborígenes Cuicas, sus costumbres y tradiciones, su sabiduría y sus rituales, quedaron proscritos en su propia tierra. Trujillo proviene de ese pasado cargado de las profundas contradicciones que marcarán de manera acentuada la construcción del pueblo trujillano.


Cerámica Cuica

De lado quedaron los piaches, los tabisqueyes, la pálida luna, el radiante sol, la madre Icaque, y a sangre y fuego, emergieron los cabildos, la fe católica, los mayorazgos, la esclavitud, la iglesia, la encomienda… y se produce de esta manera, la primera gran ruptura en la dinámica sociocultural en este lado del llamado mare ignotum. Europa, refunda y nomina, se apropia y construye todo un imaginario que además impone a la cultura sometida. Se producen focos de resistencia, es cierto, pero no son suficientes, de a poco, el indígena se asimila, se fusiona, se produce una mixtura cultural; sincretismo desde el cual hoy nos reconocemos como particulares y diversos. Característica esencial de nuestra riqueza como pueblo. Hoy podemos decir que somos trujillanos porque representamos lo mejor de esa hibridez cultural desde la cual nos modelamos.

Trujillo: de portátil a pujante
            El 09 de octubre de 1557, la parcialidad de los escuqueyes serán testigos del primer asentamiento de la ciudad española en este territorio, la fundación de estas ciudades correspondían a un ritual preestablecido y homogenizado, de igual forma, el asentamiento propio de la ciudad, respondía a parámetros ya estipulados. Se leían los requerimientos, se instalaba la Plaza Mayor, se repartía los solares entre los conquistadores, se reservaba espacios para la iglesia, la casa de gobierno y otras instituciones y se trazaba una cuadrícula sobre la cual se distribuían dichos solares.
            Pero este primer asentamiento duró poco, la resistencia de los indígenas obligarán al español a huir a otras tierras. Pero no sólo será la férrea resistencia de estos bravíos guerreros, también serán plagas, sismos, fieras, pestes, lo que hará deambular a estos hombres de un rincón a otro. Es a partir de allí, cuando se recorrerá un periplo por gran parte de la geografía trujillana, fundando y refundando a la ciudad, las riberas del Motatán, Boconó, Pampán, de nuevo Escuque… se producen unas siete fundaciones. Hasta que encuentra su asiento definitivo en el valle de los Mucas. Las orillas de La Qubrada de Los Cedros y el Río Castán cobijarán a estos nuevos pobladores.


Don Sancho Briceño
           En ese estrecho valle, encuentran el lugar apropiado para asentarse, un clima benévolo y sano, abundante agua, mano de obra indígena, que de a poco se sumó a este proceso y una geografía que contribuía a la defensa contra posibles nuevos invasores, constituyeron las razones para el asentamiento definitivo de la ciudad bajo la advocación mariana de Nuestra Señora de La Paz, a la cual se le ha rendido culto a lo largo de los años.
            La ciudad y sus pobladores florecieron de manera acelerada. Su buena estrella brilló de manera deslumbrante en el firmamento. La ciudad descolló entre las principales ciudades de Venezuela, le disputaba la primacía a la propia ciudad de Caracas. El trabajo tesonero de hombres y mujeres hicieron emerger el progreso en todos los ámbitos económicos, culturales y sociales.
            Ejemplo de este esplendor de la época, lo reflejaban de manera clara los conventos que se erigían en el seno de la ciudad. Los productos agrícolas producidos en estas tierras, tenían gran acogida en los mercados externos, la ciudad, además se auto sustentaba en el ámbito de la alimentación y de otras necesidades.

Una sombra se cierne sobre Trujillo 
            El período colonial en tierras trujillanas duró (como la mayoría lo sabemos) hasta el año de 1810, pero es de resaltar que no todo fue de esplendor y opulencia, de riqueza a manos llenas, si bien se había logrado forjar un Trujillo pujante desde el esfuerzo de sus habitantes, esa misma pujanza provocó que fuera atraída una sombra oscura a nuestras tierras.
            El corsario francés Grammont de La Motte, enterado de la riqueza de la ciudad de Trujillo, y después de saquear a la ciudad de Maracaibo, abalanza su acción depredadora sobre la ciudad. Allí saquea, incendia y destruye lo que había dejado en pie la serie de terremotos que previamente habían azotado a Trujillo. Muchos huyen, otros le hacen frente a los saqueadores y mueren en el intento. Mérida y Barinas reciben buena parte de la población de esta ciudad. El trujillano de nuevo es un errante.
            Pero quienes quedan, se levantan de las cenizas y se empeñan de nuevo en prosperar. No se rinden. Ya estos hombres y mujeres no son españoles, ya no se miran a sí mismos como conquistadores, ya son hombres de nuevo cuño, son trujillanos. Ya llevan impregnada en su sangre la bravura del que sabe resistir. De esta estirpe, siglo y medio después (aproximadamente) emergerá el héroe republicano. Ese que otorgó hasta su propia vida por la causa de la independencia.
            También un 09 de octubre, pero ahora de 1810 el trujillano se sumará de manera decidida a la causa de la libertad. Y de nuevo, Trujillo, pagará un alto precio por enfilarse en la aventura libertaria, pero seguirá adelante, y generación tras generación el trujillano se ha propuesto a luchar y a progresar, y aunque algunos sigan errantes, el espíritu de la mayoría es a dar todo por esta hermosa tierra.
            Hoy se avizoran nuevas sombras, nuevos saqueadores de nuestra memoria y nuestra cultura se abalanzaron sobre nuestro sentir de pueblo, nuevas amenazas se ciernen, pero los convencidos de que podemos hacer de Trujillo una potencia, continuamos luchando, proseguimos en la persistencia de esos hombres y mujeres que llegaron hace cinco mil años a nuestras tierras, de esos, que se atrevieron a fundar y a crear, de aquellos, que dieron su vida por la libertad, somos un continuo que jamás desaparecerá.




[1] Coordinador del Centro de Historia del estado Trujillo.

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