martes, 22 de octubre de 2013

Discurso Natalicio de Bolívar


Bolívar: el reto de la generación bicentenaria[1]


Lcdo. Yherdyn Peña[2]


            Cuán difícil resulta hablar de un hombre sobre el cual se han dicho y escrito tantas cosas. Qué grande es el compromiso de extender un discurso en el cual se busque el equilibrio cuando se hace referencia a un individuo tan reverenciado. Qué complejo se vuelve referirse a un personaje que exhibe tantas aristas sin entramparse en la búsqueda de atrapar la totalidad de su obra o caer en parcialidades simplistas con el consecuente riesgo de las posibles distorsiones.
            Además de ser una figura en extremo polifacética, Bolívar se nos presenta de manera imprevista según la óptica de quien lo mire. Así encontramos un Bolívar a la carta: para el gusto y los intereses de cada quien. Nuestra generación confrontó el desafío de una educación negadora de la historia y profundamente excluyente; cuyo único interés era mantener el privilegio de una clase explotadora. Esa ha sido la tradición histórica y política de nuestra nación y la mayor carga de complejos que ha marcado al pueblo venezolano.
            Se nos enseñó por años a sobre exaltar al bolívar del signo monetario, símbolo de poder y status. Rememoramos a un Bolívar de bronce o de blanquecino mármol, frío, sin sentimientos, y mucho menos sin ser sentido. Adoramos al Bolívar guerrero, y esa condición bastó para generar luchas intestinas y fratricidas que tiñeron de sangre el suelo patrio. Veneramos al Bolívar mantuano, conductor de masas como justificación para la sumisión del pueblo entero ante esa misma clase que lo traicionó y que traicionó su proyecto.
            Qué clase de república se ha venido construyendo a lo largo de este ciclo bicentenario; y a su vez, vale preguntarse, qué tipo de republicano engendró esa dinámica de traiciones consumadas  y distorsiones que se convirtieron en dogmas. Es por ello, que hoy, a 230 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar resulta ineludible recuperar de manera honesta el legado que para la posteridad dejara este gigante nuestroamericano.
            Pero, si este hombre nació hace más de dos siglos, por qué, a esta nueva generación le debe interesar estudiarlo. A propósito de esto, es bueno señalar que el discurso neoliberal y globalizador exige que los “muertos no nos sigan gobernando”, estos tecnócratas y economicistas no le temen a los muertos, nos quieren vender el silencio del sepulcro como única memoria. A lo que verdaderamente le temen, es a la memoria de los pueblos y a la lección dejada por estos hombres forjadores de la república y aprendida por esos mismos pueblos.
            Del Libertador, son muchos los elementos que pueden y deben destacarse. La grandeza de este personaje no se encuentra en la ausencia de defectos o errores, si no, en el hecho de que se hizo grande a partir de la corrección de los mismos. No se quebrantó frente a la adversidad y siempre pensó en la trascendencia no sólo personal sino de la república.
            El niño Simón, pudo conformarse con la tranquilidad y el sosiego que le significaba pertenecer a la poderosa oligarquía territorial de la colonia, sin embargo, enrumba su transitar por el camino del riesgo que implica la lucha por la libertad contra un régimen oprobioso y sin escrúpulo alguno para aplicar las medidas que fuesen necesarias para seguir imponiendo su hegemonía y legitimarla a costa de todo y de todos.
            Ese mismo niño debió afrontar el dolor y la adversidad desde su más tierna edad. Pero esto nunca le sirvió de excusa para dejar de lado su destino; esos tempranos capítulos de su vida sirvieron para perfilar su irreverente personalidad, su incesante búsqueda de la libertad, su entrega y desprendimiento y la comprensión de la fatalidad que atravesaba el territorio americano.
            Aunado a esto, el joven Simón Bolívar si bien bebió del cáliz del pensamiento europeo de la ilustración, pudo a su vez evidenciar desde su propia experiencia, palpar al detalle, el grado sumo de descomposición política, social, cultural y sobre todo, moral tanto del imperio español, como del imperialismo como sistema de dominación hegemónica. Su pensamiento se elevó por encima de esos constructos teóricos que desconocían la realidad del pueblo americano y de esta manera, fue capaz de identificarnos como un nuevo género humano.
             Ese nuevo género humano al que hacía referencia el libertador Simón Bolívar hace casi 200 años, somos este pueblo mestizo que hoy más que nunca debe proseguir la lucha que inició el Padre de la patria. Pero este pueblo, y estos hombres y mujeres aún no han sabido encontrar su destino, porque hasta ahora no hemos sido capaces de mirarnos con “orijinal” sentido americano, aún queda como tarea pendiente darnos nuestras instituciones, nuestra ciencia y nuestra propia tecnología, para definitivamente desprendernos de la dominación y así, lograr la verdadera independencia.
            Y destaco nuestro mestizaje sin complejo alguno, sin un mínimo tono de rubor en mi rostro, ya El Libertador lo señalaba de manera más que evidente: no somos europeos, ni aborígenes, tampoco africanos; es por ello que debemos con urgencia dejar de mirarnos en los espejos de otros, con la mirada de los otros, aspirando a parecernos a los otros para poder obtener la felicidad… ese camino solo conduce a la derrota más absoluta.
            Ya, por el año de 1813, cuando lanza aquella lapidaria proclama de guerra a muerte contra la ignominia, la dominación y la indefinición; convoca a ese nuevo género humano, a esa raza cósmica… a los americanos a la redención. Pero reconociendo y alertando a su vez, que dicha redención solo se lograría a través de la lucha… el poder dominante nunca se suicidará y por ende, tal lucha era inevitable. A 200 años… qué maravilloso ser parte de esta generación bicentenaria, la lección está latente, el estado burgués no termina de dar sus últimos estertores y debemos continuar en el desmontaje de ese estado… pueblo y gobierno bolivariano unido.
            Como antecedente a esta proclama se debe señalar el manifiesto de Cartagena, allí, se evidencia que aunque su espíritu es intempestivo es de igual manera profundamente reflexivo. En este documento critica la implantación de un modelo en exceso tolerante y la disipación de las rentas públicas… hoy, la impunidad y la corrupción de los enemigos de la patria siguen atentando de manera continuada contra la unidad republicana, hoy más que nunca, el compromiso del gobierno bolivariano es la lucha contra la impunidad y la corrupción. Adelante pues… este pueblo bolivariano lo espera.
            Y recordemos, no es solo este pueblo, ya el comandante Chávez lo señalaba por allá, en el duro año del 2003 que había que considerar que; “Los pueblos de este continente tienen su vista y su corazón puestos, una vez más, en el pueblo de Bolívar. Esa es otra razón por la que nosotros no podemos fallar, porque no se trata ni siquiera solo de nuestro pueblo venezolano, si no se trata de nuestros pueblos hermanos de América Latina o Caribeña, que ya han interpretado, […] la lucha por los pueblos indígenas de Venezuela, por la igualdad, por la justicia […]”, y ahora la lucha contra la impunidad y la corrupción son parte de las banderas libertarias que nos legó el Libertador.
            Se debe destacar, que cuando la patria, ameritó de un paladín, allí emergió Bolívar, cuando un jurista era requerido para el bien de la nación… Bolívar aparecía con su pluma; pero sobre todo, cuando se urgía de un ejemplo; allí, de nuevo, los dotes del Bolívar ciudadano concurrían presurosos en pos de la naciente y frágil república.
            Recorrió grandes extensiones del territorio suramericano y forjó el primer y único ejército libertador, ejército que abandonó su territorio, no para conquistar ni someter, si no; para libertar e independizar. Fue un caraqueño consumado, fue un amante de Venezuela, pero sobre todo, fue un profundo creyente de la gran nación americana y en ello, puso su vida.
            Un 17 de diciembre de 1819, en la ciudad venezolana de Angostura, ya delineaba con magistrales pinceladas el más hermoso y estratégico proyecto de integración territorial y política, el de Colombia la grande. Que poco duró su sueño, más pudo la traición, la mezquindad y la manipulación de la incipiente potencia del norte que los ideales de unión de este gran hombre.
            Empeñado en la idea de la unidad americana, insistió siete años después con la propuesta del Congreso Anfictiónico de Panamá, con la que se buscaba la creación de una federación de países hispanoamericanos independientes; y a partir de allí, la constitución de un ejército interamericano de defensa común, pero la intervención de las grandes potencias y el servilismo de las clases dominantes de los nacientes países americanos de nuevo dieron al traste con las iniciativas de integración. ¿El resultado? El intervencionismo, la exclusión, el subdesarrollo, los desequilibrios y la desigualdad que han lanzado a las grandes mayorías a la miseria tanto material como cultural.
            A pesar de los tantos aportes ofrecidos por este grande hombre, muere por primera vez, el 17 de diciembre de 1830 en el más triste de los destierros. Y me refiero como la primera muerte, puesto que, como a Cristo; a Bolívar lo han resucitado tantas veces para de nuevo, dejarlo morir ante la impávida mirada del pueblo. Esos, que lo resucitaron y lo dejaron morir una y otra vez, lo convirtieron en objeto de culto y se autoproclamaron como sacerdotes de este culto.
            A partir de 1999, Bolívar de nuevo, volvió de nuevo a la vida y fue bajado por fin de los altares. Ese Bolívar que vivifica la revolución bolivariana, se hace vivo en cuanto que desde un principio, El Comandante Chávez lo hace cabalgar una vez más al lado del pueblo, haciéndose pueblo, impregnándose del pueblo… escuchando al pueblo, aprendiendo del pueblo… es el Bolívar que hoy conmemoramos y es el Bolívar necesario para las nuevas generaciones.
            Por esta razón, en esta fecha, no estamos sólo para recordar, sino para aprender del Bolívar político, estadista, filósofo, legislador, ciudadano… y para ello, se invita a profundizar en el estudio de su obra y no en la simple retórica de los monjes que quieren hacer creer que vienen en su nombre. Esta debe ser una fiesta del pueblo, cuyo resultado no sea el guayabo subyacente si no el conocimiento profundo; y por ello, hago esa invitación de revisar su obra en su justa dimensión, no como santo, si no, como ejemplo a ser estudiado.
            Rompamos con esa negativa tradición de nombrar y nombrar sin comprender… hoy todo lleva el nombre de Bolívar pero resulta indispensable llevar a Bolívar en el corazón y en la mente. Si bien, él señalaba que el estado debe dar la mayor suma de felicidad posible, por ende una acción de gobierno bolivariano coloca a Bolívar en la sonrisa de los niños que reciben sus Canaimitas, de los abuelos y abuelas que disfrutan de las pensiones, de las 400 mil viviendas de la Gran Misión Vivienda Venezuela… pero cuánta falta hace de que esté presente en una ciudadanía responsable.
            Hoy para cerrar este discurso lanzo una propuesta al gobierno regional, a las fuerzas vivas, al pueblo en general, que el mayor homenaje que podemos rendir a Simón Bolívar y a la pléyade de hombres y mujeres que dieron su vida por darnos patria, que la casa natal de Cristóbal Mendoza, conjuntamente con la Casa de la Proclama de la Guerra a Muerte, se conviertan en la Escuela de Ciudadanía y Trujillanidad Simón Bolívar, para de esta manera contribuir con la construcción del verdadero sentido del ser Bolivariano, del ser republicano y del ser ciudadano.
¡Que Viva Bolívar!
¡Qué viva Venezuela!
¡Qué viva Hugo Chávez!

Muchas gracias.

             
              



[1] Presentado el 24 de julio de 2013 en los actos del 230 aniversario del natalicio del libertador en la ciudad de Trujillo.
[2] Coordinador de la Casa de Historia de Trujillo (Casa de la Guerra a Muerte).

No hay comentarios:

Publicar un comentario