jueves, 14 de noviembre de 2013

CÓDIGO: 1492*

YHERDYN PEÑA

            Los quinientos y tantos años que nos separan de la llegada de la corona católica española a la isla de Guanahaní nos teje un velo que nubla la visión de lo que de manera concreta se sucedió en estas latitudes a partir de tan crucial hecho. La primera aseveración que puedo traer a colación en estas líneas, es que existen tantas verdades como ventanas permitan las miradas. El conflicto se desprende precisamente de esta realidad, puesto que, cada una de las apreciaciones que esgrimen se intenta en la mayoría de los casos ser asumida como verdad verdadera, absoluta e inclusive, como dogma. Y desde estas posturas no se pretende ni se puede desarrollar un discurso conciliador que integre de manera objetiva los extremos profundamente antagónicos e irreconciliables.
            El año de 1492 tiene una profunda carga que pareciera implícitamente, estar señalado por “fuerzas misteriosas” para marcar un hito en la historia de la humanidad, recordemos, que en ese año, tan solo en el ámbito de la corona española, se consolida la unificación de España a través de la unión de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y la toma de Granada, el último reducto moro en la península ibérica, pero además de ello fue el año de la expulsión de los judíos de tierras hispanas y el fortalecimiento de la santa inquisición apadrinada – o amadrinada – por la propia Isabel, este ciclo culmina con la carambola de Colón llegando a un nuevo continente – sin que este por supuesto se enterare -. El mar ignotum era de esta manera también conquistado, nuevo mar, nuevo cielo, nueva tierra, nuevos hombres eran abordados por la cultura europea con todos sus esplendores y miserias.
              Es sumamente complejo abordar el 12 de octubre de 1492, cuando estamos intensamente cargados de prejuicios sobre los acontecimientos que se desbordaron a partir de esta fecha. Siempre andamos mirando desde la acera de enfrente a los otros como extraños, pero más grave aún es cuando nos miramos como ajenos a nosotros mismos, resulta indiscutible que a fin de cuentas la historia que sobre América se ha escrito a lo largo de los años es producto de las afirmaciones y consideraciones que el europeo ha realizado sobre los procesos y la cultura que se desarrollaron intramuros en este nuevo continente. Pero, es bueno preguntarnos: ¿existía otra manera de hacerlo? Recordemos que a pesar que algunos de los grupos  indígenas de estas latitudes poseían niveles culturales bastantes “avanzados” – sobre todo los llamados imperios de Mesoamérica y Suramérica, Mayas, Aztecas, Chibchas e Incas – ninguno poseía un sistema escritural equiparable al español, recordemos que Nebrija ya al momento de la llegada del español a América había desarrollado la gramática de esa importante lengua – la española – que definiría en los siglos subsiguientes la lengua de cientos de millones de latinoamericanos. Por tal razón, es más que justificable la relación historiográfica que del proceso de conquista y colonización nos llegan a nuestros días.
            Es por ello, que la mirada que tenemos en buena parte, es producto de la mirada que se desprende del observador español, que registra sus observaciones desde la crónica o a través del trabajo epistolario y misionero. Pero esa mirada que se abalanza sobre nuestro devenir es también influencia de toda una carga de valores propios del catolicismo más rígido de la Europa de finales del medioevo. En más de una ocasión en la medida que hallamos descripciones sobre la brutalidad con la que eran tratados hombres, mujeres y niños tantos originarios de América como de África, nos exaltamos y requerimos respuestas sobre qué derecho tenían estos hombres y estos imperios para actuar de esa manera en unas tierras que no le pertenecían, y con desilusión hallo la respuesta: todo. Jurídica y moralmente – por supuesto que es necesario destacar que el cuadro de valores, moral y ética del ser humano no es estático, ni mucho menos perenne – le daban la potestad al hombre europeo de apropiarse de este “nuevo mundo”.
            Por tal razón, es la concepción por parte del europeo del continente vacuo, del indígena considerado como salvaje, del derecho divino de los reyes de administrar y señorear sobre la tierra y los hombres en nombre de Dios. La jurisprudencia europea, le otorgaba a ellos todo el derecho para apropiarse de este lado del mundo, pero cabe destacar, que en este proceso se valió de una concepción excluyente, al otro se le ignoró puesto que simplemente no eran humanos, y si en algún momento fueron considerados como tal, eran de segunda categoría, de un nivel desde todo punto de vista inferior. Los indígenas poseían otras maneras de convivencia, otra cosmogonía, otra cosmovisión, y que en la mayoría de los casos se sustentaba en una relación en gran medida armoniosa con su entorno, el europeo no podía comprender esta realidad, eso era cosa de salvajes, eran males del atraso y debían ser extirpados por la civilización.
            La confrontación civilización – barbarie fue el plano esencial sobre el cual se desarrolló el proceso de la conquista. Dos modelos societarios se descubrieron mutuamente, uno avasallante, por su fuerza militar, por su densidad cultural, por su aparataje tecnológico, el otro por su propio modelo de ver al otro se vio obligado a brindar una triste resistencia, que se caracterizó en el aislamiento o la aniquilación.
            El 12 de octubre es el intento de implantación del modelo social, político, económico y cultural europeo en latitudes geográficas diferentes a las propias europeas. Esto desencadenó en un nuevo género humano – sobre todo en América latina - y el desarrollo de estos modelos desde una perspectiva periférica. Europa engendra un modelo que nace con particulares características y necesidades. Pero a la vez, Europa no sale de este proceso indemne, ella también toma su parte, el europeo que llega América ya no es el mismo europeo, él también sufre una metamorfosis, 1492 sirve de preámbulo a la globalidad, es a partir de esta fecha que se asume con cierta conciencia la esfericidad de la tierra, pero también surge la imperiosa versión de la unicidad de pensamiento.



* Comentarios expuestos en el Foro: “Múltiples visiones sobre el 12 de Octubre de 1492 El día 16 de octubre de 2008.

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