domingo, 10 de noviembre de 2013

La enseñanza de la Historia Regional y Local desde las manifestaciones tradicionales[1].
Lcdo. Yherdyn Peña*

La historia desde el inicio de los tiempos ha sido utilizada como instrumento de dominación, legitimación y alienación con la cual ha sido favorecida la clase hegemónica. Aunque inicialmente, no se contaba con un elaborado andamiaje metodológico, lo mítico, las leyendas, el modelo teocrático… se constituyeron en herramientas iniciales para tal fin. De esta manera, la historia como instrumento del poder quedó circunscrita a impulsar el culto a la personalidad, la deificación de personajes, instituciones y eventos que justificaban la influencia de ciertos grupos dentro de la dinámica social. Sin embargo, y tal vez sin proponérselo también se constituyó en base substancial de la identidad e idiosincrasia de los pueblos, en los que se fue modelando todo un imaginario y un entramado cultural constitutivo de las bases valorativas de la sociedad.

De esta manera, se fueron estableciendo identidades locales, regionales y nacionales, estos es, los hombres y mujeres sintiéndose miembros constitutivos de un espacio particular. No obstante, los colectivos no se han hecho presentes al momento de narrar esa historia que se convierte en oficial, su historia ha sido más soterrada, casi clandestina, y su instrumento ha sido la oralidad. Como resultado, se ha constituido un sujeto profundamente desligado a su propio pasado.
Asimismo se puede apreciar, que en los últimos años, se asiste a una marcada arremetida por parte de la corriente globalizadora, la cual ha actuado vertiginosamente contra las identidades nacionales, y más aún contra las microidentidades o identidades locales. El proceso de estandarización de la cultura y de homogenización del sujeto ha devenido en una suerte de historias del momento en las que lo superficial e instantáneo pareciera ser las únicas categorías sociales que cobran trascendencia. De las evidencias anteriores, podemos señalar, que el enfoque historiográfico local, constituye en sí mismo un movimiento contracultural de la globalización y la implantación del pensamiento único. Se convierte en este sentido en una propuesta constitutiva del ser social particular, desde una mirada introspectiva hacia el seno primigenio de la sociedad: la comunidad.
En la perspectiva que aquí se adopta, y que a su vez constituye el decir de muchos pensadores, el hombre hace la historia, de hecho, adquiere una condición de animal histórico, por consiguiente, está en la capacidad, la necesidad y la obligación de hacer y registrar su propia historia; para poderse comprender más ampliamente. No seguirán por lo tanto, siendo un grupo minoritario, quienes van a describir y a “descubrir” la realidad histórica de los pueblos. Tampoco puede seguir siendo el destino de quienes conforman las distintas localidades, el tratar de conocer y comprender historias (o procesos históricos) totalmente ajenos (o por lo menos sin reconocer las implicaciones que sobre ellos tiene estos procesos) a la historia que se protagoniza en los espacios más próximos a éstos (los miembros de las comunidades). Por que:
La historia (local) es una historia hecha con la gente misma, permite que el protagonismo no se circunscriba sólo a la élite, sino que abarque también a la gente anónima, consigue que la historia pase por dentro hacia fuera de la comunidad. Ayuda a los menos privilegiados y sobre todo a los más viejos a recuperar su dignidad”. (Santibáñez, H. 2003. p. 1).     

            O como señala Arístides Medina Rubio:
La historia regional y la historia local, son siempre la historia de los hombres, que se realizan en las sociedades concretas, no importa cual sea su escala o magnitud. En esa sociedad los hombres establecen vínculos con los espacios donde desarrollan sus actividades, y esos vínculos son los que van a conformar las identidades de los hombres.

En atención a esto, se hace perentorio, el desarrollo de una didáctica integradora, que permita reconocer los procesos evolutivos de la humanidad, y que a la vez, especifique el comportamiento de nuestra nación y de nuestras localidades como un todo compuesto por más que la suma de sus partes, logrando de esta manera que el devenir histórico de los pueblos, resulte un fenómeno heterogéneo y una necesidad apremiante para el proceso de enseñanza - aprendizaje.
            Se plantea entonces, ir más allá de la arraigada tradición de la instrumentalización del profesor, que en conjunción con el texto, genera una práctica, donde tan sólo participan: el texto como compilador del conocimiento, el maestro, como decodificador del conocimiento y el alumno, como recipiente de ese conocimiento, tal como se nos presenta la realidad que encontramos a diario en la mayoría de nuestras aulas de clase, logrando por parte de los alumnos la mera repetición de fechas, nombres y acontecimientos, sin el más mínimo interés por analizar en su contexto local los factores idiosincrásicos que interactúan con esos eventos. Esto lo podemos ejemplificar en el siguiente esquema:





A pesar de esta realidad, es importante reseñar que de manera progresiva, en la búsqueda por romper con esta tradición, se ha pretendido incluir varias reformas al sistema cómo se viene impartiendo el conocimiento en las aulas de clase; y en este sentido, las actuales revoluciones tecnológicas han llevado al docente a un nuevo reto: introducir esta novedosa tecnología al hecho educativo desplazando de esta manera al libro de texto por la implementación de los últimos adelantos tecnológicos como herramienta principal en el proceso educativo. Gráficamente, esta realidad queda esbozada de la manera siguiente:



 

Se da pues con este modelo, que el libro de texto, y por lo tanto la lectura pasa a convertirse en un simple complemento del amplio desarrollo de la tecnología, y el docente sigue sometido al rol de mero instrumento de decodificación al servicio de dicha tecnología. Si bien es cierto, que se ha gestado una política de masificación de estos avances (la creación de los ciber – café, info – centros...), que ha permitido a niños y jóvenes contactar directamente esa tecnología a través de un proceso irreflexivo, el objetivo no ha variado: repetir lo aprendido. Y particularmente, la relación texto – alumno no se perturba en su continua desvinculación, ya que el texto permanece siendo el instrumento decodificado por el docente.
Al comparar estas evidencias, se aprecia que se amerita una nueva estrategia, donde la enseñanza de la historia debe partir del cuadro de valores que se ven reflejados tanto en los mitos, leyendas, costumbres y tradiciones reproducidos, desarrollados y promovidos por los habitantes de las diferentes comunidades, debe implicar de la misma manera una nueva caracterización del rol de la enseñanza. Por lo tanto le corresponde incorporar a quienes deseen trabajar con la historia desde esta perspectiva, a los diferentes actores y las diferentes acciones de la trama social que se conjugan en sus espacios naturales, y que deben estar presentes en el proceso educativo para llevar de generación en generación la herencia cultural que los identifica. Para aclarar tal exposición se presenta el siguiente esquema:


 


De esta manera exponemos que la historia a la vez que es construida en buena parte por los mitos y tradiciones a través de la narración oral, da pie igualmente para el surgimiento de nuevos mitos y tradiciones.
En consecuencia, planteamos que la participación de la comunidad en la reconstrucción (o construcción) de la historia, y simultáneamente como elemento que contribuye en la enseñanza de esa historia a las generaciones más jóvenes, es de vital importancia ya que todo este proceso implica el desarrollo de la narrativa oral, el intercambio entre los jóvenes y los adultos en una actividad dinámica, creativa y horizontal en la que se permitirá la investigación, la creación y los aportes para el desarrollo de nuevos procesos, esto sería una alternativa para el conocimiento y la comprensión del pasado próximo, ya que con esto “Los alumnos adquieren una perspectiva sobre el relato testimonial que les permite reconstruir aquello que más les interesa”. (Santiago, 1996: 45).
            Para tal efecto, la enseñanza de la historia se constituirá en  un proceso activo y compartido, entre los alumnos, el docente y los miembros de la comunidad, para la investigación y el intercambio, con lo que se busca favorecer “...la actividad de los alumnos, - ya que - les permite plantear una serie de preguntas...” así como también recrear un conjunto de acontecimientos de acuerdo a los intereses y motivaciones propias. (Santiago, 1996: 45).
            Así mismo, no se puede dejar de reconocer la historia en las viejas estructuras arquitectónicas y artísticas de la localidad de origen, el estudiante debe encontrar los vestigios de la historia en cada uno de los espacios de su convivencia, la tradicional enseñanza de la historia quedaría de esta manera desplazada significativamente por intentos para estudiar y enseñar con creatividad los procesos históricos de los pueblos. El estudio de la historia debe ser producto esencial del “...aprovechamiento del medio.” (Santiago, 1996: 59).
Como se puede inferir, la incorporación del estudio del mito y las tradiciones para la enseñanza de la historia, es una estrategia de un profundo valor, ya que no solamente se estará tomando con el mito, la capacidad creadora de los pueblos (o comunidades) si no que el mito en sí, revela “... los modelos ejemplares de todos los ritos y actividades humanas de importancia... se refiere a todos los acontecimientos primordiales de los cuales el hombre ha llegado ser lo que es hoy...” (Santiago, 1996: 47). Con esto se busca desenvolver un proceso laborioso para el impulso de la investigación, que pueda extraer para el presente lo que del pasado se ha conservado. Incluyendo en esta intención una carga de valores y enseñanzas que de otra manera se perderán con el transcurrir de los años.
En consecuencia, la enseñanza de la historia juega un papel de estelar importancia, ya que, por medio de ésta, se conforma la conciencia cívica del individuo, y contribuye a fortalecer la conciencia histórica social, por ello, en los actuales momentos de convulsionadas (y convulsionantes) transformaciones, cuando interactúan un sinnúmero de elementos que contribuyen a conformar esa conciencia histórica, en la que la historia tradicional – universal y nacional - ha generado un divorcio con la historia regional, y además ha hecho pensar que las acciones cotidianas del individuo están totalmente desvinculados a la formación del sistema social, se hace necesaria una revisión en la manera de enseñar la historia (tanto en el qué y en el cómo enseñar). (Santibáñez,  2003: 4 – 5).
Se indica de la misma manera, que es necesario desplazar a la rigidez de la historia positivista que tan sólo le ha dado cabida a los acontecimientos militares y políticos con un estricto orden cronológico ascendente, quedando a un lado los aspectos económicos y en último lugar lo social y cultural, por una historia totalizadora de los procesos humanos y que involucre activamente a sus protagonistas. (Betancourt, 1995: 43). En este proceso, el aprendizaje de la historia debe incorporar en el alumno, lo nuevo con lo que ya sabe, y con aquello que creen con lo que son; es transformar la visión de la historia como ciencia de desarrollo exógeno al alumno, en la historia como instrumento para aclarar los cambiantes procesos del mundo que le rodea. Es por esto que se hace obligatorio ampliar el abanico de oportunidades al momento de escoger las estrategias a utilizar en el aula de clase cuando se vaya a impartir y compartir la historia. El indagar, preguntar, investigar, curiosear deben ser los verbos a utilizar en la enseñanza – aprendizaje de la historia  actualmente. (Betancourt, 1995: 45 – 46).
Igualmente, una seria práctica pedagógica comprometida con la participación de los diversos actores de la vida social, política, económica, militar y cultural de la región es lo que podrá generar una praxis pedagógica diferente en la historia en todos los niveles. La entrevista, la salida de campo, las visitas dirigidas, la comprensión y construcción de mapas, el ensayo (escritura), serán herramientas de primera mano en la enseñanza de la historia. Para el desarrollo de un proyecto de esta índole, partiremos del precepto de que la comunidad (sobre todo los adultos mayores) será un elemento activo en la construcción y comprensión de la historia local y en la difusión de valores por medio de las costumbres y tradiciones.
Atendiendo estas consideraciones, es bueno señalar, que el Proyecto de Aprendizaje (PA) aplicado en el aula, es un instrumento de planificación, que engloba los componentes del Currículo Básico Nacional para el desarrollo del proceso de enseñanza – aprendizaje, y se encuentra basado en las necesidades de la escuela y de los educandos, en busca de una educación integral e integradora. Pero es el docente, conjuntamente con la comunidad el que le puede dar vida para sus educandos.
A través del PA, los docentes gozan de la oportunidad de organizar y programar el proceso a lo largo del grado educativo. Deben partir de las orientaciones del Currículo Básico Nacional y las realidades concretas del grupo y del medio en el que se desarrollan. Si se quedan en lo exclusivamente plasmado en el currículo se seguirá en lo rutinario.
Debe igualmente ser concebido y desarrollado a partir de una opción integradora de los bloques de contenidos y que permita a los educandos interrelacionar dichos contenidos con los valores, conceptos y actitudes presentes en el desarrollo del proceso. Es una opción metodológica que intenta relacionar lo aprendido con la realidad y las más diversas manifestaciones de la experiencia.



Ante esta realidad, y ante estas necesidades perentorias, lo que resulta evidente es la necesidad de responder a la siguiente interrogante: ¿De qué manera se puede llevar a la práctica dentro de las diferentes localidades la ejecución de un proyecto partiendo de esta perspectiva? 
Los resultados de la investigación nos llevan a corroborar que en las localidades conformadas cultural y socialmente, sobrevive un bagaje cultural bien importante y que además, goza con numerosos cultores diseminados a lo largo y ancho de su geografía. De la misma manera cuenta con todo un andamiaje (arquitectónico, geofísico y organizativo) que permite describir la interesante evolución histórica de esas comunidades.    
Por estas razones, se considera en extremo factible y productivo el desarrollo de las diversas actividades dirigidas a concretar el cumplimiento de los objetivos que pueden surgir planteados dentro de un proyecto de esta amplitud. Las localidades reúnen los elementos suficientes para un amplio reconocimiento de la comunidad en la que se circunscribe la acción del niño, y por tal motivo el docente debe orientar las acciones hacia el cumplimiento de esta premisa.
            Para lograr los objetivos del proyecto debe ejecutarse una programación basada en una noción seria sobre la integración de la escuela con la comunidad, es por ello que la participación directa del adulto mayor, el docente y el alumno para reconocer  las características físicas – geográficas, culturales y sociales de su localidad es de vital importancia.
De esta manera podemos apreciar las condiciones climáticas particulares, su vegetación, el desarrollo de la producción agrícola y/o industrial, sus fuentes de agua que son de suma importancia para los habitantes; las instituciones (la prefectura, el cuartel, la iglesia, el mercado municipal, la cárcel nacional, el hospital, las escuelas, el tecnológico...) actividad comercial y de servicios (base del desarrollo económico de la localidad) donde de seguro hallaremos no solo una diversidad de paisajes geográficos si no que además encontraremos, modelos de organización y de desarrollo arquitectónico – estructural igualmente diversos.      
            Asimismo, la presencia de profusos mitos y leyendas, y las tradiciones que en torno de ellos giran suelen ser bastante numerosos, lo que nos ofrece los elementos suficientes para el reconocimiento de la sociedad en la que participa constantemente el niño y la manera cómo éste puede influir en  su entorno.
            Por último se propone, la ejecución de caminatas y / o excursiones en los espacios físicos que conforman la localidad que pueden llegar a ser bastante productivas, eso sí, siempre y cuando la actividad esté complementada con una participación activa no sólo del docente y el alumno, sino también debe involucrarse el vecino de la comunidad de manera activa y protagónica en la formación de las generaciones de relevo.  

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BETANCOURT, D. (1995).  Enseñanza de la historia a tres niveles. Magisterio. Colombia.
DONOSO, R. (1999).  Mito y educación. Buenos Aires. Barral Editores.
FUNDARTE. (1983). Folklore y currículo v.2. Caracas. Conac.
GARCÍA, I. (1993).  Diversidad cultural y construcción de identidades. Caracas. Tropikos.
MEDINA, A. (2007). Lecturas de historia regional y local. Caracas. El Perro y La Rana.
ONTIVEROS, T. (1995)  Historias de identidad urbana: composición y recomposición de identidades en los territorios populares urbanos. Caracas: Tropikos.
SANTIAGO, H. (1996).  Didáctica de la Historia. Bogotá. Magisterio.
SANTIBÁÑEZ, H. (2003).  La memoria de los barrios. Congreso Virtual 2000. www.antropología.com.ar.







[1] Presentado en la Población de Bailadores estado Mérida en el 1º encuentro de cronistas e historiadores de la región Andina. Auspiciado por el Centro Nacional de Historia.
* Docente de La Universidad de Los Andes. Núcleo Trujillo en Historia de América e Historia Regional y de Venezuela.

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