La enseñanza de la Historia Regional
y Local desde las manifestaciones tradicionales[1].
La historia
desde el inicio de los tiempos ha sido utilizada como instrumento de
dominación, legitimación y alienación con la cual ha sido favorecida la clase
hegemónica. Aunque inicialmente, no se contaba con un elaborado andamiaje
metodológico, lo mítico, las leyendas, el modelo teocrático… se constituyeron
en herramientas iniciales para tal fin. De esta manera, la historia como
instrumento del poder quedó circunscrita a impulsar el culto a la personalidad,
la deificación de personajes, instituciones y eventos que justificaban la
influencia de ciertos grupos dentro de la dinámica social. Sin embargo, y tal
vez sin proponérselo también se constituyó en base substancial de la identidad
e idiosincrasia de los pueblos, en los que se fue modelando todo un imaginario
y un entramado cultural constitutivo de las bases valorativas de la sociedad.
De esta
manera, se fueron estableciendo identidades locales, regionales y nacionales, estos
es, los hombres y mujeres sintiéndose miembros constitutivos de un espacio
particular. No obstante, los colectivos no se han hecho presentes al momento de
narrar esa historia que se convierte en oficial, su historia ha sido más soterrada,
casi clandestina, y su instrumento ha sido la oralidad. Como resultado, se ha
constituido un sujeto profundamente desligado a su propio pasado.
Asimismo se
puede apreciar, que en los últimos años, se asiste a una marcada arremetida por
parte de la corriente globalizadora, la cual ha actuado vertiginosamente contra
las identidades nacionales, y más aún contra las microidentidades o identidades
locales. El proceso de estandarización de la cultura y de homogenización del
sujeto ha devenido en una suerte de historias del momento en las que lo
superficial e instantáneo pareciera ser las únicas categorías sociales que
cobran trascendencia. De las evidencias anteriores, podemos señalar, que el
enfoque historiográfico local, constituye en sí mismo un movimiento
contracultural de la globalización y la implantación del pensamiento único. Se
convierte en este sentido en una propuesta constitutiva del ser social
particular, desde una mirada introspectiva hacia el seno primigenio de la
sociedad: la comunidad.
En la
perspectiva que aquí se adopta, y que a su vez constituye el decir de muchos
pensadores, el hombre hace la historia, de hecho, adquiere una condición de
animal histórico, por consiguiente, está en la capacidad, la necesidad y la
obligación de hacer y registrar su propia historia; para poderse comprender más
ampliamente. No seguirán por lo tanto, siendo un grupo minoritario, quienes van
a describir y a “descubrir” la realidad histórica de los pueblos. Tampoco puede
seguir siendo el destino de quienes conforman las distintas localidades, el
tratar de conocer y comprender historias (o procesos históricos) totalmente
ajenos (o por lo menos sin reconocer las implicaciones que sobre ellos tiene
estos procesos) a la historia que se protagoniza en los espacios más próximos a
éstos (los miembros de las comunidades). Por que:
La historia (local) es una historia hecha con la
gente misma, permite que el protagonismo no se circunscriba sólo a la élite,
sino que abarque también a la gente anónima, consigue que la historia pase por
dentro hacia fuera de la comunidad. Ayuda a los menos privilegiados y sobre
todo a los más viejos a recuperar su dignidad”. (Santibáñez, H. 2003. p. 1).
O como señala Arístides Medina Rubio:
La historia regional y la
historia local, son siempre la historia de los hombres, que se realizan en las
sociedades concretas, no importa cual sea su escala o magnitud. En esa sociedad
los hombres establecen vínculos con los espacios donde desarrollan sus
actividades, y esos vínculos son los que van a conformar las identidades de los
hombres.
En atención a
esto, se hace perentorio, el desarrollo de una didáctica integradora, que
permita reconocer los procesos evolutivos de la humanidad, y que a la vez,
especifique el comportamiento de nuestra nación y de nuestras localidades como
un todo compuesto por más que la suma de sus partes, logrando de esta manera
que el devenir histórico de los pueblos, resulte un fenómeno heterogéneo y una
necesidad apremiante para el proceso de enseñanza - aprendizaje.
Se plantea entonces, ir más allá de
la arraigada tradición de la instrumentalización del profesor, que en
conjunción con el texto, genera una práctica, donde tan sólo participan: el
texto como compilador del conocimiento, el maestro, como decodificador del conocimiento
y el alumno, como recipiente de ese conocimiento, tal como se nos presenta la
realidad que encontramos a diario en la mayoría de nuestras aulas de clase,
logrando por parte de los alumnos la mera repetición de fechas, nombres y
acontecimientos, sin el más mínimo interés por analizar en su contexto local
los factores idiosincrásicos que interactúan con esos eventos. Esto lo podemos
ejemplificar en el siguiente esquema:
A pesar de
esta realidad, es importante reseñar que de manera progresiva, en la búsqueda
por romper con esta tradición, se ha pretendido incluir varias reformas al
sistema cómo se viene impartiendo el conocimiento en las aulas de clase; y en
este sentido, las actuales revoluciones tecnológicas han llevado al docente a
un nuevo reto: introducir esta novedosa tecnología al hecho educativo
desplazando de esta manera al libro de texto por la implementación de los
últimos adelantos tecnológicos como herramienta principal en el proceso
educativo. Gráficamente, esta realidad queda esbozada de la manera siguiente:
Se da pues con este modelo, que el libro de texto, y
por lo tanto la lectura pasa a convertirse en un simple complemento del amplio
desarrollo de la tecnología, y el docente sigue sometido al rol de mero
instrumento de decodificación al servicio de dicha tecnología. Si bien es
cierto, que se ha gestado una política de masificación de estos avances (la
creación de los ciber – café, info – centros...), que ha permitido a niños y
jóvenes contactar directamente esa tecnología a través de un proceso
irreflexivo, el objetivo no ha variado: repetir lo aprendido. Y
particularmente, la relación texto – alumno no se perturba en su continua
desvinculación, ya que el texto permanece siendo el instrumento decodificado
por el docente.
Al comparar estas evidencias, se aprecia que se
amerita una nueva estrategia, donde la enseñanza de la historia debe partir del
cuadro de valores que se ven reflejados tanto en los mitos, leyendas,
costumbres y tradiciones reproducidos, desarrollados y promovidos por los
habitantes de las diferentes comunidades, debe implicar de la misma manera una
nueva caracterización del rol de la enseñanza. Por lo tanto le corresponde
incorporar a quienes deseen trabajar con la historia desde esta perspectiva, a
los diferentes actores y las diferentes acciones de la trama social que se
conjugan en sus espacios naturales, y que deben estar presentes en el proceso
educativo para llevar de generación en generación la herencia cultural que los
identifica. Para aclarar tal exposición se presenta el siguiente esquema:
De esta manera exponemos que la historia a la vez
que es construida en buena parte por los mitos y tradiciones a través de la
narración oral, da pie igualmente para el surgimiento de nuevos mitos y
tradiciones.
En consecuencia, planteamos que la participación de
la comunidad en la reconstrucción (o construcción) de la historia, y
simultáneamente como elemento que contribuye en la enseñanza de esa historia a
las generaciones más jóvenes, es de vital importancia ya que todo este proceso
implica el desarrollo de la narrativa oral, el intercambio entre los jóvenes y
los adultos en una actividad dinámica, creativa y horizontal en la que se
permitirá la investigación, la creación y los aportes para el desarrollo de
nuevos procesos, esto sería una alternativa para el conocimiento y la
comprensión del pasado próximo, ya que con esto “Los alumnos adquieren
una perspectiva sobre el relato testimonial que les permite reconstruir aquello
que más les interesa”. (Santiago, 1996: 45).
Para tal efecto, la enseñanza de la
historia se constituirá en un proceso
activo y compartido, entre los alumnos, el docente y los miembros de la
comunidad, para la investigación y el intercambio, con lo que se busca
favorecer “...la actividad de los alumnos, - ya que - les
permite plantear una serie de preguntas...” así como también recrear un
conjunto de acontecimientos de acuerdo a los intereses y motivaciones propias.
(Santiago, 1996: 45).
Así mismo, no se puede dejar de
reconocer la historia en las viejas estructuras arquitectónicas y artísticas de
la localidad de origen, el estudiante debe encontrar los vestigios de la
historia en cada uno de los espacios de su convivencia, la tradicional
enseñanza de la historia quedaría de esta manera desplazada significativamente
por intentos para estudiar y enseñar con creatividad los procesos históricos de
los pueblos. El estudio de la historia debe ser producto esencial del “...aprovechamiento
del medio.” (Santiago, 1996: 59).
Como se puede inferir, la incorporación del estudio
del mito y las tradiciones para la enseñanza de la historia, es una estrategia
de un profundo valor, ya que no solamente se estará tomando con el mito, la
capacidad creadora de los pueblos (o comunidades) si no que el mito en sí,
revela “... los modelos ejemplares de todos los ritos y actividades
humanas de importancia... se refiere a todos los acontecimientos primordiales
de los cuales el hombre ha llegado ser lo que es hoy...” (Santiago, 1996:
47). Con esto se busca desenvolver un proceso laborioso para el impulso de la
investigación, que pueda extraer para el presente lo que del pasado se ha
conservado. Incluyendo en esta intención una carga de valores y enseñanzas que
de otra manera se perderán con el transcurrir de los años.
En consecuencia, la enseñanza de la historia juega
un papel de estelar importancia, ya que, por medio de ésta, se conforma la
conciencia cívica del individuo, y contribuye a fortalecer la conciencia
histórica social, por ello, en los actuales momentos de convulsionadas (y
convulsionantes) transformaciones, cuando interactúan un sinnúmero de elementos
que contribuyen a conformar esa conciencia histórica, en la que la historia
tradicional – universal y nacional - ha generado un divorcio con la historia
regional, y además ha hecho pensar que las acciones cotidianas del individuo
están totalmente desvinculados a la formación del sistema social, se hace
necesaria una revisión en la manera de enseñar la historia (tanto en el qué y
en el cómo enseñar). (Santibáñez, 2003:
4 – 5).
Se indica de la misma manera, que es necesario desplazar
a la rigidez de la historia positivista que tan sólo le ha dado cabida a los
acontecimientos militares y políticos con un estricto orden cronológico
ascendente, quedando a un lado los aspectos económicos y en último lugar lo
social y cultural, por una historia totalizadora de los procesos humanos y que
involucre activamente a sus protagonistas. (Betancourt, 1995: 43). En este
proceso, el aprendizaje de la historia debe incorporar en el alumno, lo nuevo
con lo que ya sabe, y con aquello que creen con lo que son; es transformar la
visión de la historia como ciencia de desarrollo exógeno al alumno, en la
historia como instrumento para aclarar los cambiantes procesos del mundo que le
rodea. Es por esto que se hace obligatorio ampliar el abanico de oportunidades
al momento de escoger las estrategias a utilizar en el aula de clase cuando se
vaya a impartir y compartir la historia. El indagar, preguntar, investigar,
curiosear deben ser los verbos a utilizar en la enseñanza – aprendizaje de la
historia actualmente. (Betancourt, 1995:
45 – 46).
Igualmente, una seria práctica pedagógica
comprometida con la participación de los diversos actores de la vida social,
política, económica, militar y cultural de la región es lo que podrá generar
una praxis pedagógica diferente en la historia en todos los niveles. La
entrevista, la salida de campo, las visitas dirigidas, la comprensión y
construcción de mapas, el ensayo (escritura), serán herramientas de primera
mano en la enseñanza de la historia. Para el desarrollo de un proyecto de esta
índole, partiremos del precepto de que la comunidad (sobre todo los adultos
mayores) será un elemento activo en la construcción y comprensión de la
historia local y en la difusión de valores por medio de las costumbres y
tradiciones.
Atendiendo estas consideraciones, es bueno señalar,
que el Proyecto de Aprendizaje (PA) aplicado en el aula, es un instrumento de
planificación, que engloba los componentes del Currículo Básico Nacional para
el desarrollo del proceso de enseñanza – aprendizaje, y se encuentra basado en
las necesidades de la escuela y de los educandos, en busca de una educación
integral e integradora. Pero es el docente, conjuntamente con la comunidad el
que le puede dar vida para sus educandos.
A través del PA, los docentes gozan de la
oportunidad de organizar y programar el proceso a lo largo del grado educativo.
Deben partir de las orientaciones del Currículo Básico Nacional y las
realidades concretas del grupo y del medio en el que se desarrollan. Si se
quedan en lo exclusivamente plasmado en el currículo se seguirá en lo
rutinario.
Debe igualmente ser concebido y desarrollado a
partir de una opción integradora de los bloques de contenidos y que permita a
los educandos interrelacionar dichos contenidos con los valores, conceptos y
actitudes presentes en el desarrollo del proceso. Es una opción metodológica
que intenta relacionar lo aprendido con la realidad y las más diversas
manifestaciones de la experiencia.
Ante
esta realidad, y ante estas necesidades perentorias, lo que resulta evidente es
la necesidad de responder a la siguiente interrogante: ¿De qué manera se puede
llevar a la práctica dentro de las diferentes localidades la ejecución de un
proyecto partiendo de esta perspectiva?
Los
resultados de la investigación nos llevan a corroborar que en las localidades
conformadas cultural y socialmente, sobrevive un bagaje cultural bien
importante y que además, goza con numerosos cultores diseminados a lo largo y
ancho de su geografía. De la misma manera cuenta con todo un andamiaje
(arquitectónico, geofísico y organizativo) que permite describir la interesante
evolución histórica de esas comunidades.
Por
estas razones, se considera en extremo factible y productivo el desarrollo de
las diversas actividades dirigidas a concretar el cumplimiento de los objetivos
que pueden surgir planteados dentro de un proyecto de esta amplitud. Las
localidades reúnen los elementos suficientes para un amplio reconocimiento de
la comunidad en la que se circunscribe la acción del niño, y por tal motivo el
docente debe orientar las acciones hacia el cumplimiento de esta premisa.
Para lograr los objetivos del
proyecto debe ejecutarse una programación basada en una noción seria sobre la
integración de la escuela con la comunidad, es por ello que la participación
directa del adulto mayor, el docente y el alumno para reconocer las características físicas – geográficas,
culturales y sociales de su localidad es de vital importancia.
De
esta manera podemos apreciar las condiciones climáticas particulares, su
vegetación, el desarrollo de la producción agrícola y/o industrial, sus fuentes
de agua que son de suma importancia para los habitantes; las instituciones (la
prefectura, el cuartel, la iglesia, el mercado municipal, la cárcel nacional,
el hospital, las escuelas, el tecnológico...) actividad comercial y de
servicios (base del desarrollo económico de la localidad) donde de seguro hallaremos
no solo una diversidad de paisajes geográficos si no que además encontraremos,
modelos de organización y de desarrollo arquitectónico – estructural igualmente
diversos.
Asimismo, la presencia de profusos
mitos y leyendas, y las tradiciones que en torno de ellos giran suelen ser
bastante numerosos, lo que nos ofrece los elementos suficientes para el
reconocimiento de la sociedad en la que participa constantemente el niño y la
manera cómo éste puede influir en su
entorno.
Por último se propone, la ejecución
de caminatas y / o excursiones en los espacios físicos que conforman la
localidad que pueden llegar a ser bastante productivas, eso sí, siempre y
cuando la actividad esté complementada con una participación activa no sólo del
docente y el alumno, sino también debe involucrarse el vecino de la comunidad
de manera activa y protagónica en la formación de las generaciones de
relevo.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
BETANCOURT, D. (1995).
Enseñanza de la historia a tres niveles. Magisterio. Colombia.
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ONTIVEROS, T. (1995)
Historias de identidad urbana: composición y recomposición de
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SANTIAGO, H. (1996). Didáctica de la Historia. Bogotá. Magisterio.
SANTIBÁÑEZ,
H. (2003). La memoria de los barrios. Congreso
Virtual 2000. www.antropología.com.ar.
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